Además de ser artesano, Juan de la Cruz ejerció como técnico en textiles e indumentaria en el Museo de Historia y Antropología de Tenerife hasta su jubilación en el año 2014, pero esto no le hizo desvincularse del sector. En la actualidad, sigue siendo uno de los expertos en indumentaria canaria más relevantes del panorama nacional gracias a su trabajo e investigación durante cuatro décadas.
Trayectoria
“Siempre he sido muy aficionado a la cultura tradicional y veía que era una rama de nuestro patrimonio cultural que estaba desapareciendo delante de mis ojos”, relata Juan de la Cruz Rodríguez aludiendo a sus inicios. Experto en indumentaria, pertenece a la generación de artistas que renovaron la escena canaria, ya que sus investigaciones etnográficas han sido decisivas para el estudio y conocimiento de las distintas tipologías de la vestimenta tradicional.
“A mí me entusiasmó cuando vi a las primeras tejedoras trabajando y decidí que tenía que aprender ese oficio, así que en el año 69 yo ya estaba tejiendo”, explica este investigador que ya en la década de los setenta, con poco más de 20 años de edad, se trasladó a Cataluña para investigar sobre tapices y fabricación de tejidos. Durante su estancia en Lérida tomó contacto con la escuela catalana de tapices, lo que le permitió trabajar en colaboración con Albert Bellmunt.
En 1977 regresó a Canarias, donde se inició en el estudio y conocimiento de la vestimenta regional. Asegura que su interés por este ámbito le fue “acaparando de tal manera, que al final dejé todo lo demás y me dediqué nada más que a la tejeduría manual y al estudio de las producciones que se llevaban a cabo a raíz de los tejidos”. Este afán por investigar las obras que se creaban con estos tejidos le llevo a especializarse en lo que se llama “el ajuar doméstico y el ajuar personal” y siguiendo la rama del segundo es como llegó a los trajes regionales.
Traje de La Orotava
De la Cruz comenzó a investigar sobre trajes regionales y, entre ellos, se topó con el de La Orotava, un ícono que para él ha sido sujeto de estudio durante muchos años y sobre el que profundiza en su libro Los trajes típicos de La Orotava: la historia de un símbolo (2008).
En este sentido, explica que “el traje de La Orotava es una total transformación que proviene de otro modelo original. Sin embargo, es el que todo el mundo tiene como el más auténtico de Tenerife y casi que también como el traje más representativo de toda Canarias”.
Mientras exhibe la portada de su libro, en el que se pueden apreciar ambos trajes, detalla que “al popularizado se le añadió el delantal, se le quitó el pañuelo de hombro, se le suprimió la toca, se le cambió el sombrero y se le modificó la forma de poner la capa”. Todos estos cambios dieron lugar a lo que hoy conocemos como traje de La Orotava, que según el experto “se empieza a ver en las imágenes posteriores a los años 50”.
“En la Orotava se celebraban las festividades de San Isidro Labrador, el patrón de los labradores y durante estos días se llevaba a cabo una fiesta en la Villa con la participación de una gran mayoría de la población, ya que casi todos eran labradores. En aquel momento, había una costumbre por la que las familias pudientes, que tenían terrenos, acompañaban al Santo en la procesión de San Isidro y para hacerlo se vestían de labradores”, narra para llegar al origen.
Entre estas familias que menciona Juan de la Cruz, se encontraban los Moteverde, a quienes alude el experto al continuar su relato. “El traje original lo conservaba una familia muy pudiente de La Orotava y lo vestía en esta festividad. Este era el predecesor al traje de La Orotava y ya estaba medio transformado en cuanto al original. En comparación, ya tenía la capa a un solo lado o el sombrero inclinado, en cambio en las fotos más antiguas de esta misma familia podemos ver los primeros trajes”.
Algunos de los ejemplos del diseño se exponen en su libro, como son en el año 1906, cuando vino Alfonso XII, que hay fotos en las que se ve que se le recibió con estos trajes originales; o en el año 1935, cuando Alicia Navarro fue elegida Miss Europa y lució esta vestimenta.
Diferenciar conceptos
Ante esto, Juan de la Cruz hace hincapié en que “traje típico y traje tradicional no son sinónimos” y detalla que “los primeros son aquellos que por diferentes razones se convierten en un símbolo para un grupo determinado de la sociedad, como ocurre con el traje de La Orotava, ya que todo el mundo lo ha aceptado como el traje representativo de Tenerife”. Por otro lado, explica que “el traje tradicional es el que realmente fue usado por las antiguas poblaciones en los diferentes periodos históricos que ha atravesado la Isla después de la colonización”.
Para el experto, el término que mejor abarca todos los trajes es “trajes regionales”, ya que se refiere a trajes únicos de una región y que pueden ser desde un uniforme hasta un traje típico. Por esta razón, destaca que “lo importante es que la gente que se ponga uno u otro sepa lo que lleva. No hay ningún problema en llevar cualquiera de ellos, pero sí debemos tener clara su diferencia”.
De la Cruz se detiene en esto para hacer un inciso y explica que “hay eventos en donde es preceptivo llevar un traje regional, ya sea típico o tradicional. Ahora, si no tienes ni uno ni otro o si lo tienes, pero no te gusta, como quienes dicen que no les gusta llevar nada en la cabeza o que prefieren llevar el pelo suelto, cosa que no se veía nunca en épocas antiguas… pues para eso es mejor que vayan de calle”.
Y de esta manera hace referencia a fiestas como las romerías o los bailes de magos para decir que “no son como los carnavales, que puedes salir vestido con cualquier cosa y nadie te va a decir nada, esto es diferente y lo correcto sería que lleváramos un traje u otro, ya sea típico o tradicional, y que supiéramos lo que llevamos”.
Siguiendo esta línea, Juan de la Cruz explica que, a causa de esta falta de conciencia, se han perdido varias cosas. “Por un lado, se ha generalizado la idea de que cualquier cosa es válida. Pero además, han acabado con muchos artesanos que se dedicaban a trabajar a las diferentes piezas que componen un traje”, indica.
“La creación de un traje implica a un montón de artesanos diferentes: la sombrerera, que hace el sombrero, ya sea con hoja de palma o con paja de centeno; la tejedora, que teje la toca de lino o de algodón; el tejedor, que teje la tela del justillo, de la falda y a veces la del capotillo; la bordadora, que borda el justillo; la caladora que cala las mangas y el escote; la ganchillera que se encarga de los encajes; los zapateros que hacen las botas… Han acabado con una serie de modalidades que eran artesanas y necesarias para conseguir un buen modelo de traje”, explica.