Solo con entrar al almacén de Abubukaka se te dibuja una sonrisa tonta en la cara. A la izquierda de la puerta hay varios relojes que muestran la hora de distintos lugares de Tenerife: Finca España, Guanarteme o Las Caletillas. Es decir, marcan todos la misma hora. Este chascarrillo define muy bien el clima que reina entre Amanhuy Calayanes, Carlos Pedrós, Diego Lupiáñez y Víctor Hubara, los cuatro integrantes del grupo cómico, y que son capaces de transmitir en cualquier conversación de manera innata.
Desde finales del pasado año, los humoristas se “lanzaron a lo loco”, tal y como expone Amanhuy, hacia un nuevo proyecto: la creación de una tienda-academia de teatro en la calle Heraclio Sánchez de La Laguna. En la parte de arriba, la que corresponde al comercio y sala de exposiciones, se puede encontrar desde merchandising del grupo hasta elementos para utilizar en el circo. “Habíamos pensado muchas veces en diversificar”, cuenta Diego. “Somos eminentemente una compañía de teatro, pero también hemos tonteado con el audiovisual en publicidad o en nuestros sketches, con lo que llamamos Academia Abubukaka de Vanguardia y Voltereta, que nombrábamos de manera ficticia y ahora es una realidad”.
Abajo se vende y arriba se aprende. Amanhuy nos relata que en la academia imparten diversos cursos para todos los públicos como “teatro genérico, comedia de Abubukaka, clases de swing, jazz o lil-pop”. “Lindy hop”, lo corrige Diego entre risas, añadiendo que también tienen algunos de magia o clown. “Y más adelante, lo que surja”, predice. Asimismo, la localización de este local no es casualidad: “Abubukaka es La Laguna”, explica también Diego.
El hecho de comenzar esta aventura en medio de la pandemia es algo que también va implícito en el estilo “a contracorriente” del grupo. “Siempre hacemos las cosas cuando no deberían ser. Nacimos en 2006, cuando se estaba fraguando la crisis grande y ahora hay otra crisis… Nos gusta apostar en el momento en que nos late”, dice Carlos. Pese a lo difícil de la situación actual, comentan que la gente ha recibido muy bien esta idea. “Ahora que está todo tan digitalizado, apetece que haya algo más cercano. De hecho, como está al lado el bar Atomic, hay veces que por estar nosotros ahí vienen compañeros actores y humoristas. Se crea un buen ambiente que la gente disfruta”.
Sin un plan establecido
Desde que salieron de la Escuela de Actores, los cuatro han sido emprendedores. Se tiraron de lleno a la hazaña de trabajar de manera independiente, formando lo que hoy en día es Abubukaka en 2006, en uno de los espectáculos que solían hacer en el Café 7, lugar de nacimiento de su primer show. En 2008, Víctor comenzó a formar parte de la atrevida agrupación.
“Al empezar de forma independiente no hubo miedo, lo que hubo fue tiempo. Te quitan la escuela y dices: “Pues vamos al Café a hacer algo”. No tienes la presión de si va a funcionar o no… Vas allí a reírte y ya”, explica Diego. “Éramos tan jóvenes, frikis y alocados que no pensamos en eso. Tú cuando vas a la Escuela de Actores, ya sabes que vas a ser un perroflauta toda la vida”, completa Carlos. Respecto a esto, Víctor apunta que nunca han tenido un plan de actuación: “Y eso es lo que lo hace interesante”.
Sin embargo, la industria humorística en Canarias no es un camino de rosas, ya que, como comentan los chicos, no existe un mercado definido. “Lo que dijo Diego antes de y más adelante, lo que surja define nuestra actitud, pero en realidad no todo es así de sencillo. Se requiere una innovación constante en los shows en un momento en el que se ha hablado de todo y, al mismo tiempo, los temas se repiten”, cuenta Víctor. “En 2014, por ejemplo, hicimos La familia tradicional que hablaba de los sentimientos de ultraderecha en España”, recuerda Amanhuy. “Y te da rabia porque podrías hacerlo hoy de nuevo porque sigue vigente, pero nadie te lo compra”. “En el mercado que tenemos aquí, caduca todo rápido. Es duro: le pones mucho cariño a un trabajo y desde que lo presentes en tres o cuatro escenarios, ya no vale para más”, se lamenta Víctor.
Con el apoyo innegable de las redes sociales, los humoristas canarios han podido crear un pequeño mercado: “Antes la oferta se limitaba a Manolo Vieira y Piedra Pómez, de vez en cuando. Pero desde que existe El Supositorio se va creando una propuesta que llega hasta nosotros, Kike Pérez, Gazz, Aarón Gómez…”, muestra Víctor.
En base a todas estas dificultades, ¿qué se necesita, según Abubukaka, para ser un buen cómico? Diego lo tiene claro: “Desayunar fuerte”, apostilla risueño. Tras unos segundos de meditación, Víctor apuesta por las ganas y la constancia. “En nuestro caso, porque al final nuestro estilo es la crítica social, hay que hablar todos los días y leer mucho sobre lo que pasa. Que ya después guste o no, dependerá del público”, aclara. “Ahora que hay tanta comedia, las referencias son claras. Quien tenga ganas de hacerlo, podrá hacerlo”.
Pero a muchos no solo les vale con las ganas, ya que existen numerosos comentarios que apuntan a que cada vez es más complicado hacer humor. “Para nosotros no es difícil porque hacemos lo que nos da la gana. Pero si eres de esa gente que tiembla cuando pierde medio seguidor, supongo que sí lo será”, argumenta Carlos. Frente a esto, Víctor añade que el no depender de Internet les ofrece una gran ventaja en este campo. “No tenemos esa presión que sé que otros compañeros sí tienen de “Ay, no digas esto…”. Nosotros solo nos autocensuramos en cosas que personalmente veamos mal”.
Es por esto por lo que, pese a haberse visto envueltos en alguna que otra polémica durante estos 15 años, nunca han pensado dejarlo sino más bien, todo lo contrario. “Si hacemos lo que nos da la gana es porque somos personas responsables, y esto lo digo en serio”, defiende Amanhuy. “Podríamos haber vivido de las polémicas toda la vida y no lo hicimos. Fuimos a otra cosa porque esto no nos interesa”.
De hecho, el cómico también comenta que las polémicas suelen ser “inesperadas” para ellos. Recuerda una anécdota, que pasaría a convertirse en su primer altercado, con Televisión Canaria. Grabaron un programa y, cuatro meses después, los llamaron diciéndoles que no lo iban a sacar. “Si lo saco, a mí me llaman mañana, fue la frase exacta que dijo quien nos llamó. Y a partir de ahí se montó un pollo”.
“No somos nadie, pero ustedes tampoco”
Respecto a proyectos actuales y futuros, los chicos de Abubukaka no descansan. En primer lugar, tienen en mente “continuar con la academia y montar Mueca”, reseña Carlos. “Montar Mueca… El sketch que hacemos todos los años, no el festival en sí”, bromea Víctor. “E intentar mover La Cama…”, apunta Diego melancólico. La Cama es una sátira sobre la inmigración que califican como “el mayor espectáculo” que han realizado. La pudieron representar en varias ocasiones hasta el ocho de febrero del pasado año, ya que después llegaron las restricciones derivadas de la covid-19. “Y si esto no sale, pues a montar más cosas y seguir palante’”, expone Diego. Tanto es así, que no cierran ni siquiera la puerta al cine. “Querían que yo fuera el protagonista de Wonder Woman, pero no me cabía el traje”, dice divertido Amanhuy. “Y por eso, algún día haremos Abubukaka, la película”, completa Víctor.
Cuando preguntamos por un balance de estos 15 años, la báscula se inclina hacia el lado bueno sin ninguna duda. “Hemos podido vivir de lo que nos gusta, conocer sitios, gente, festivales… Y, sobre todo, hemos podido hablar con libertad de lo que hemos querido”, refleja Víctor. “Sí que ha habido cosas malas, como la incertidumbre… Pero solo en momentos concretos, no te creas tú que vivimos estresados”, termina, arrancando las carcajadas de sus compañeros.
“Vanguardia y voltereta”, según Diego. “La energía de un grupo de personas que estaban en la misma clase y que nunca se agotó”, explica Amanhuy. “Crítica y constancia”, añade Víctor. “Un proyecto a largo plazo… Alfileres… Dedos en la llaga… Básicamente, tocar un poco las narices”, concluye Carlos. Todo esto es Abubukaka para sus integrantes. “No somos nadie, pero ustedes tampoco. Ese es nuestro lema y lo que mejor nos define”, cierra Diego, como no podía ser de otra forma, entre risas.
TEST: ¿Cuánto se conocen los miembros de Abubukaka?
Para concluir esta charla con Abubukaka, sometemos a sus cuatro integrantes a una prueba final en la que les planteamos varias situaciones hipotéticas. En ellas, tres deben contestar qué haría el cuarto miembro si tuviera que enfrentarse a estas situaciones.
¿Qué haría Diego para relajarse y relajar a los demás si estuvieran muy nerviosos antes de una actuación? Todos coinciden en que el humorista “no es capaz de relajar a nadie”. “¿Qué puedo decir?”, comenta Diego con regocijo. “Me conocen demasiado”.
Frente a la cuestión de cómo intentaría Carlos convencer a un policía de que no lo multase por saltarse el toque de queda, Víctor expone que “tiene un pronto importante, pero solo se enfadaría si fuera injusto” y todos sus compañeros aprueban la respuesta. “Pero podemos decir que, si es injusto, le sale la vena kinki”, bromea Diego.
Por su parte, Amanhuy si no existiese Abubukaka haría “vida de señor mayor”. “Desde que cumplió los cuarenta es otro. Va caminando a todos sitios. ¿Qué tenemos que ir a Santa Cruz? Pues él nos dice que nos vemos allí. Que va caminando”, explica Víctor.
Finalmente, sus tres compañeros y el propio Víctor están de acuerdo en que, si fuera presidente de España, su primera medida tendría que ver con “el placer y el buen rollo”. “Es decir, nada útil en un presidente del gobierno. Probablemente pondría verbenas obligadas”, dice Carlos, entre las carcajadas de los otros tres.