
En el pueblo de Tejina, perteneciente al municipio de San Cristóbal de La Laguna, el mes de agosto adquiere un significado especial. Durante estas fechas se celebra una de las manifestaciones culturales más emblemáticas de Canarias: la Fiesta de los Corazones, una tradición centenaria declarada Bien de Interés Cultural por su valor etnográfico, artístico y social.
Esta festividad, con más de 100 años de historia, gira en torno a la celebración de San Bartolomé, patrón del pueblo. Su característica más llamativa son los imponentes corazones ornamentales, auténticas obras de arte elaboradas a mano con flores, frutas y elementos vegetales. Estas estructuras, que pueden alcanzar hasta 12 metros de altura, representan el esfuerzo colectivo y la creatividad de cada uno de los tres barrios que conforman la localidad: El Pico, Calle Arriba y Calle Abajo.
La preparación de los corazones es una tarea costosa que implica semanas de trabajo y una intensa colaboración vecinal. Una vez finalizados, los corazones son cargados a hombros por los hombres del barrio y trasladados en procesión hasta la plaza de Tejina, donde se erigen en honor al santo y se exhiben al público. Este momento marca el inicio de los actos centrales de la fiesta, llenos de colorido, música y fervor popular. Uno de los aspectos más peculiares y entrañables de esta celebración es el intercambio de sátiras y bromas entre los barrios, que se lanzan entre sí con humor y picardía mientras compiten simbólicamente por tener el corazón más vistoso y elaborado.
Los corazones permanecen en la plaza desde el sábado de la celebración hasta el lunes por la tarde. En ese momento, tiene lugar otro de los rituales más esperados: un joven trepa hasta lo alto de uno de los corazones para lanzar fruta y vales canjeables por tortas de pan, considerados un verdadero tesoro simbólico entre los asistentes. Este acto suele estar acompañado por el ambiente festivo de las parrandas, grupos musicales tradicionales que amenizan con canciones populares.
La celebración culmina con la tradicional quema del Haragán, un muñeco de trapo que simboliza al individuo perezoso, una figura que contrasta con el espíritu trabajador y solidario del pueblo. Esta quema representa una especie de purificación colectiva, un acto simbólico para dejar atrás la negatividad y renovar el compromiso con los valores comunitarios.
Todon esto convierte a la Fiesta de los Corazones de Tejina en un verdadero símbolo de identidad, una expresión de arte popular y orgullo local que ha logrado perdurar generación tras generación, renovándose cada año atrayendo a público de todas las edades sin perder su esencia.




